ÁGORA
Dentro del recinto donde se
encuentra el Museo de Alejandría y el Serapeum, Hipatia enseña matemáticas,
astronomía y filosofía a los hijos de la élite de Alejandría. Entre sus alumnos
está Orestes y Sinesio. También el joven esclavo Davo enamorado de Hipatia,
presente en las clases como ayudante, escucha con atención las enseñanzas de su
ama. Orestes -que llegará a ser el Prefecto romano en Alejandría- también se
enamora de la hermosa y cautivadora maestra, pretendiéndola en matrimonio.
En los barrios de la ciudad reina el
descontento, los cristianos muestran su creciente fortaleza burlándose del dios
greco-egipcio Serapis, a quien consideran un falso Dios, un Dios pagano. La
actitud provocadora de los cristianos desencadena un ataque mortal contra ellos
que será el comienzo de una espiral de violencia cruzada entre las distintas
facciones religiosas -cristiana, greco-egipcio, judíos- y los distintos
estamentos de poder -el patriarcado alejandrino y el poder imperial-. En la
primera refriega Teón de Alejandría, padre de Hipatia, es herido de muerte. La
violencia crece sin control y la venganza se adueña de Alejandría. Los
cristianos, numerosos y bien organizados sitian el recinto sagrado. Ante esta
dramática situación Hipatia protege a sus discípulos, de manera especial a los
cristianos, y entre ellos a Davo, su esclavo. El sitio perdura. Desde Roma el Emperador
proclama la inmediata expulsión del recinto de sus moradores legitimando a los
cristianos.
La situación es desesperada, atrapada
tras los muros la astrónoma Hipatia lucha por salvar los pergaminos que guardan
la sabiduría del mundo antiguo. Junto a ella resiste Davo, que se debate entre
el amor que le profesa y la libertad que podría alcanzar uniéndose al imparable
ascenso de los cristianos. Davo es manumitido por su ama Hipatia que huye
acongojada junto a sus discípulos y los patricios. La expulsión se consuma: los
edificios son expoliados y arrasados.
Pero la paz no llega. La
provocación de los cristianos a los judíos en una representación teatral y la
falta de respuesta de la autoridad hace que estos se tomen la justicia por su
mano -con una encerrona en la que mueren numerosos cristianos- pero que de nada
servirá ya que los judíos serán finalmente masacrados y expulsados de la ciudad.
Los cristianos consolidan su poder y lo aplican sin misericordia.
La expulsión de Hipatia y
los suyos de los edificios oficiales y emblemáticos -que han quedado en manos
de los cristianos- no parece ser suficiente. Los jerarcas cristianos confabulan
contra el prefecto Orestes a quien quieren obligar ante la Biblia a que abjure
de su fidelidad a Hipatia.
La
vida de Hipatia está en riesgo. Ella representa la negación del patriarcado y
de los patriarcas cristianos: una mujer no sometida a ningún hombre, culta,
reconocida matemática y astrónoma, admirada por sus discípulos que además se
niega a convertirse a una religión en la que no cree, el cristianismo.
Ante la Biblia, el obispo Cirilo
de Alejandría condena a Hipatia por pagana y bruja y ordena su lapidación. Los
seguidores del obispo buscan por las calles tumultuosas de Alejandría a Hipatia
para ejecutarla. En la algarabía, Davo, su antiguo esclavo, aún enamorado,
también la busca con el fin de salvarla de los seguidores de Cirilo, pero
cuando la encuentra, ya es demasiado tarde, debido a que ya se encontraba en
camino para su ejecución. Davo decide seguirlos y antes de que Hipatia sea
apedreada, descuartizada y arrastrada por las calles, le quita la vida durante
un momento de descuido de parte de los ejecutores para evitarle cualquier dolor
físico.
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