TOMÁS
OCHOA
Ochoa se caracteriza por
presentar poéticas visuales contemporáneas en su trabajo. El artista efectúo un
proceso de investigación en temas de historia contada desde el poder. Con estas
observaciones el artista recuperó micro relatos de autores anónimos, la mayoría
perteneciente a las minorías de la sociedad.
El Centro de Arte
Contemporáneo de Quito fue el escenario donde el artista cuencano Tomás Ochoa
presenta su exposición antológica, Relatos transversales, cuya temática
principal es de índole social.
Hace
15 años en Ecuador faltaban políticas culturales que propicien el desarrollo de
propuestas artísticas, más allá de los medios utilizados para su creación.
Ahora se discute sobre las causas y los efectos de la colonización española, lo
que torna la obra de Tomás Ochoa, una propuesta propicia para retornar a su
tierra natal, en donde llegó a sentirse extranjero.
Cuencano
(1969), que en la última década residió en Argentina, Suiza y España,
presentará desde el 22 de mayo hasta el 22 de julio, en el Centro de Arte
Contemporáneo de Quito, el conjunto de creaciones denominado Relatos
transversales, considerada la primera muestra antológica del artista en el
país.
Este
proyecto artístico es, para su creador, también un proyecto político y
cultural, en el que aspira a develar “aquello que la visualidad del poder ha
hecho invisible, revelar saberes marginales y discontinuos; visibilizar
personas y registrar acontecimientos que de otro modo desaparecerían anónimos
en el tiempo”, asegura.
Ochoa
emigró a Europa, en donde “el fenómeno artístico es una operación binaria en la
cual concurren dos mentes parecidas, la del que hizo la obra y el receptor de
la obra, si lo que digo como artista es demasiado complejo, el espectador no lo
entiende; si el espectador tiene una mente compleja y lo que digo es simple, lo
voy a aburrir”, asegura.
“Quiero
creer que estos relatos transversales le concierne no solamente al mundillo del
arte sino a públicos mucho más diversos y en esta dirección están mis
expectativas, aspiraría a que esta muestra llegue a la mayor cantidad de gente
posible”.
Ambiente
ideal
Pero
Tomás Ochoa quiere que su trabajo dé lugar a la reflexión y al debate en los
ámbitos sociales más diversos. Por eso retornó a su país, porque cree que es
necesario revisar la historia, plantear temas postergados.
Sabe
que en este momento existe en el ambiente una voluntad entre productores
culturales, un ambiente académico en el que las ciencias sociales abordan la
decolonialidad o sobre teorías poscoloniales, y es justo el ambiente en el que
su trabajo despierta el interés para poner sobre el tapete esos temas.
Con
parsimonia y serenidad, mientras la luz del atardecer se cuela por los
ventanales de su departamento en Cuenca, asegura que el artista no da
respuestas, pero sí hace preguntas, y por eso está seguro de que es el momento
oportuno y válido para presentar su trabajo en el país.
El
eje de su obra trasciende en el conflicto ontológico que padece la sociedad
ecuatoriana, en la que se percibe el universo cultural indígena como algo no
deseado
Esta
obra es lo más representativo de su producción, en la que utiliza un conjunto
de diversos medios como la pintura que hizo en Ecuador, luego video,
videoinstalaciones, fotografía y grabados en pólvora.
Ochoa
vive entre Europa y Ecuador, no retorna del todo, pasa medio año aquí y el
mismo tiempo allá, “algo común entre los artistas, vivir entre el centro y la
periferia, porque los temas que le interesan son de su país, pero las
condiciones materiales y de políticas culturales están fuera”, asegura.
Otros
lugares
Cuando
se fue juró no volver. “Las condiciones que ofrecía el Ecuador para desarrollar
proyectos culturales eran de una precariedad lastimosa”, asegura; ese mismo año
recibió el Primer Premio Salón de Julio, otorgado por la Municipalidad de
Guayaquil.
Pero
a la dotación económica del premio, la cual prefirió no precisar, sí la
calificó como “ridícula”, ni siquiera cubrió los costos de la producción de esa
obra. “Las políticas culturales del Estado eran inexistentes y aunque un
artista hubiese ganado todos los premios nacionales, sus obras cumplirían una
función puramente decorativa”, enfatiza.
“Y
como no estaba dispuesto a echar a perder –en tierras baldías– las pocas
destrezas que hasta entonces había adquirido, concluí que solamente podría
crecer y desarrollar proyectos de arte contemporáneo más arriesgados, en otras
circunstancias, en otros lugares”.
“Pero
cuando uno se va jurando no volver es porque ya está soñando con el regreso.
Pienso en Dolina, que dice que el mejor camino es el camino de vuelta, aunque
no es posible regresar a ninguna parte”, está aquí para presentar su material y
para estudiar y tomar los ejes de sus futuras obras.
Por
el momento Ochoa cree que uno de los aspectos más destacados de su obra es el
hecho de haber insertado en los debates teóricos actuales, lograr la reflexión
teórica dentro del mundo del arte globalizado, pero desde una realidad y una
mirada periféricas.
Para
el artista lo relevante es lograr generar esa reflexión teórica entre los
especialistas y más importante aún “constatar que algún espectador lúcido se ha
sentido apelado o en el mejor de los casos, conmovido”.